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 «El análisis, su producción y la transmisión a partir del Covid19»
 Cecilia Bach

Leia aqui a tradução ao português de
Maria da Glória S. Telles da Silva
@


“anudar de otra manera las nuevas pulsaciones de lo Real en nuestras sociedades, y a partir de eso replantearnos los fundamentos del psicoanálisis”
Ricardo Landeira, set/2000

Esto es planteado por Ricardo hace 20 años en un trabajo presentado en Porto Alegre, y su letra resuena en mi con total actualidad. Nos habla del poder pensar juntos, las posibles formas de producir Psicoanálisis y dirigir una cura. Actualmente a través de distintos dispositivos, sea videollamada, mails, chats, escritura de textos, conversatorios vía mail, entre otros que sostenga la virtualidad y mantenga el aislamiento social. Poder producir en tanto nos toca la letra del otro, y sobre todo nos interroga la “irrupción de lo Real” vivida por todos desde hace mas de un mes.

Destaco entonces, en esto que Ricardo llama, en el mismo trabajo: “hacer escuela”, el hacer con la letra del otro, analista, y producir psicoanálisis. Esta irrupción nos ha encontrado y nos ha puesto a producir desde entonces.

Alvaro Tulaniche plantea en su trabajo titulado “Psicoanálisis en tiempos de voz computarizada y mirada digitalizada” varias preguntas, pero voy a tomar las que quedaron resonando en mi:

¿Qué cambios propone esta situación al psicoanálisis y a la técnica psicoanalítica?

¿Es efectiva, es suficiente para un análisis?
Un otro-computadora ¿Es un otro? ¿Por qué deberíamos darle ese lugar?

A la primer pregunta me insiste la palabra: “reinventarse”. ¿Por qué, nosotros analistas en el año 2020 seguimos sosteniendo una forma de trabajo creada hace mas de 100 años? Imaginen los intercambios de Freud con sus colegas, con aquellos con los que comenzó a producir Psicoanálisis, sus correos tardaban meses en llegar a destino y mucho de su intercambio y producción psicoanalítica era en papel vía correo. Correspondencias que podían tardar meses en llegar al destino. Imaginen los viajes que tomaban días para que Freud llegara a una conferencia, o enviando una carta a un colega con alguna interrogante.

Hoy basta con escribirnos por algún chat y llamarnos por algún dispositivo tecnológico. O viajar en avión (cuando se pueda) y estar en unas horas en nuestro destino.

¿Por qué nuestra realidad actual nos pone en primera plana herramientas que ya estaban en nuestras manos hace un tiempo? ¿Estaremos arraigados a las viejas herramientas, como formas únicas de realizar nuestro trabajo?

Evidentemente algo de las herramientas que nos transmitió Freud siguen siendo efectivas, así como las de Lacan, pero efectivas en tanto otra realidad de la que estamos viviendo. Esas herramientas fueron inventadas y creadas en otros idiomas, otra cultura, y otro tiempo histórico, con otros avatares… con otro Real pulsionando.

Varias veces me he preguntado lo siguiente:

¿Cómo hacia Freud para sostener los análisis que dirigía y su producción en las situaciones de guerra que vivió? Veronica Molina nos narrar un breve y triste fragmento de aquella época de Freud en su texto “En red-lación al texto de Ricardo Landeira y la irrupción”.

Freud no descanso hasta el final de su vida, ya muy enfermo, imposibilitado y perseguido por los nazis, seguía produciendo, pensando e intercambiando con otros, de la manera que fuera pudiendo y en la manera que su época lo permitía.

¿Por qué no pensar que el propio Psicoanálisis es una invención que viene a dar respuesta a un Real que irrumpía en esa época?

Continúo pensando las preguntas del colega y me surgen interrogantes, ¿Qué es suficiente para un análisis? El analista es suficiente? El diván? El encuentro físico/carnal con el otro? Lacan nos habla de la no relación sexual, y creo que desde ese lugar podemos pensar que no, ese otro no es suficiente, por suerte! Aunque sí necesario. Ese otro, analista, que sostenga la escucha del malestar del otro, es muy necesario y más en estos tiempos de irrupción y angustia.

“Efectiva” es otra palabra que me cuesta pensarla en el Psicoanálisis, ¿efectiva en tanto efecto? ¿O en tanto resultado? Y creo que eso lo descubriremos en otro tiempo, y lo podrá decir el analizado. ¿Pero por qué no va a ser efectiva? Si el analista escucha lo que dice el analizado y procura un acto analítico. Hemos hablado de que algo queda “por fuera”… ¿será así? ¿No es así siempre?

Darle cuerpo de “otro” a la herramienta computadora, me hizo pensar en ¿qué cuerpo le damos al diván?, en tanto vehiculizador de la palabra, así como la videollamada que vemos desde nuestras computadoras o celulares. Entonces más que otro, diría no semejante, ¿la computadora tiene lugar de objeto? Qué tipo de objeto? ¿Algunas de las herramientas con las que trabajamos, tienen lugar de otro? ¿Qué es ese otro?

Les voy a contar una anécdota personal que me ha venido a mi memoria en estos tiempos de re-pensarnos, en tanto analistas: Los primeros años de mi análisis transcurrieron en un lugar de la casa de mi analista, su living en un pequeño apartamento. Cuando en los últimos años de ese análisis, mi analista muda su consultorio a otra parte de esa casa y esa casa deja de ser un hogar para ser solo consultorio, me doy cuenta del lugar donde había transcurrido mi análisis. Jamás me lo pregunte, pero ¿me atendía en el living? U otro día cuando el diván roto y en reparación, tuve que sentarme en dos sillas oficiando de diván. Y mi análisis transcurrió, porque poco importaba donde estaba instalado el diván en el cual me recostaba, o las dos sillas que durante algún tiempo oficiaron de diván, sino lo que sostenía ese espacio, era lo que sucedía entre mi analista y yo. Y muchas veces lo que sucedía entre mi analista y yo, no estaba situado en el espacio físico del consultorio.

Esto me hizo pensar en lo que muchas veces los pacientes traen de otros transitos terapéuticos o analíticos con otros colegas, que no se sintieron cómodos, que responsabilizan al lugar físico. Pacientes que dicen que el consultorio es acogedor, lindo, cómodo, familiar, y otros adjetivos que describen el lugar físico, en tanto lugar que solo tiene que ver con el fantasma del analizado, en tanto lo que ellos tienen para decir de ese espacio. Así como otros pacientes pueden sentir el consultorio como algo terrible, feo, con mal olor. Por mas que nosotros, los analistas, conservemos el buen uso de lo que se nos ha enseñado de cómo debe ser el consultorio, donde poner el diván, nuestro sillón, la biblioteca, y que cuadros colgar. Nos han enseñado a funcionar con esa forma, desde ese llamado encuadre. Que en la realidad que nos toca vivir, estamos obligados a re-pensarlo, ya que se está haciendo casi imposible de sostener en tiempos de distanciamiento social.

¿Cuántos análisis de los famosos conocidos (para nombrarlos de alguna manera) han transcurrido sin la necesidad de un diván y un consultorio? Aquel que comentó Luisa Bertolino, el primer análisis, el epistolar, el autoanálisis de Freud. El mismo transcurrió básicamente vía cartas, esas que no llegaban en segundos como ahora. O como lo que comenta Ricardo: Freud, Jung y Ferenczi embarcados vía un congreso analizándose los sueños.

Lacan y el análisis de Rosine Lefort son otro ejemplo donde las herramientas y el encuadre que nos enseñaron, no hacen ni garantizan el análisis. Los análisis que Rosin dirigió, tampoco fueron en el consultorio diván, aunque sí poniendo su cuerpo, el orgánico.

¿Qué es un análisis entonces? Lacan nos decía “un análisis es la cura que se espera de un analista”. Como dice Ricardo, “que de un analista se espera que sepa ir leyendo sí lo que dirige es un análisis… sabiendo lo que hace o dice, el analista, tiene que escuchar en el analizante qué fue lo que se produjo”. Por lo tanto quien va a dar cuenta de que sí lo que ahí sucedió fue un análisis, será el analizante. No el analista ni la herramienta que utilice para sostener la dirección de la cura.

He escuchado colegas preguntarse por lo que queda por fuera sí se utiliza la videollamada. ¿Qué queda por fuera de un análisis por videollamada? En el consultorio, ¿Queda todo “adentro”? El consultorio físico (porque ahora existe el virtual por lo menos para mi) ¿Se trae todo lo que se tiene que traer? ¿Nada queda por afuera? ¿Nada se recorta? ¿O será que lo que tiene que aparecer en el espacio de consulta, insiste y aparece?

Plantear la validez de trabajar con ésta nueva herramienta a partir de la vieja, genera obstáculos, porque la realidad es que ambas pueden ser muy buenas para sostener un análisis y validas para sostener el deseo de escuchar.

El síntoma insiste, y aquello que el analista no pudo escuchar, va aparecer por la misma vía o por otra, porque insiste, porque la lógica de la repetición la escuchamos diariamente. ¿Las formaciones del Icc no pueden producirse en el consultorio online? ¿Por qué no podemos pensar que aquello que surgiría por una vía en el encuentro de consultorio físico, puede aparecer tal vez por otra vía en el encuentro online? Y acá tomo una pregunta que se hace Alvaro: ¿De cuánto de esto se sirve el analista para el tratamiento? Tal vez dependa del analista y la cura que dirige, no de la herramienta que utiliza.

¿Cuánto puede aportar un gesto en un momento determinado, cuánto una mirada desviada a tiempo marca algún aspecto, cuanto influye en el analizante tendido en el diván sentir los movimientos del analista en el sillón detrás de él, cuánto influye la penumbra del consultorio, los cuadros en sus paredes, la comodidad del diván? Se pregunta Alvaro.

Evidentemente creo que ésta nueva herramienta nos interpela en tanto formados en una escuela de diván, de hecho nuestro propio análisis transcurrió en un diván. Nos interpela al punto de cuestionarnos sobre nuestra mirada, y nuestra forma de escuchar, así como de intervenir. Pero tal vez, no solo haya una, y la vía online pueda comenzar a ser una alternativa valida si logramos descentrarnos de la vieja herramienta, aun valida, pero no única.

Trabajando con un adolescente que consulta por sus dificultades para vincularse con otros pares y el reiterado bullying que le hacen (como él lo llama), en la primer sesión online que tenemos, aparece un elemento: un cuadro detrás suyo, de dos jóvenes de espalda tomados de la mano formando con sus cuerpos una figura de corazón. Pude darle lectura y a partir de ese objeto que el sirvió para mi, trabajamos.

Creo que ambas modalidades no son totalmente abarcativas, ¿qué seria de nosotros si abarcaríamos el todo? Entonces creo que lo que insiste es lo que tenemos que escuchar, y va a insistir de la manera que pueda ser escuchado.

Alvaro hace un excelente paralelismo entre el psicoanálisis y la música, leídos ambos como arte. Y nos habla de lo acústico, entiendo el encuentro en el consultorio físico, y lo eléctrico, el encuentro consultorio vía online. Los músicos, que no es mi caso, supongo que encuentran validos ambos en tanto música y arte, pero prefieren uno ante el otro. Y dice el dicho popular que “sobre gustos no hay nada escrito”. Entonces la cuestión del consultorio online como herramienta que funcione, no tendrá que ver con la posición del analista respecto a la herramienta. ¿Así como el músico elige en un momento lo acústico por sus efectos o lo eléctrico?

Daré lugar algunas preguntas que me han surgido en este tiempo donde he tenido que modificar mi consultorio, la consulta y las herramientas de trabajo. Interrogarnos sobre la herramienta online, no es nuevo, pero se realza y relanza debido que ahora los que queremos sostener la clínica, tenemos que pensar minuciosamente la herramienta y debatirlo con otros analistas.

Sobre la presencia del analista también ha sido otra interrogante, se ha escuchado la sesión presencial u online. A mi entender mal llamado sesión presencial, porque ¿el analista, no pone su cuerpo y presencia en la consulta online? Entonces por qué una es presencial y la otra parece que no? Limitamos de forma errada creo, a decir que solo ponemos el cuerpo cuando estamos en el consultorio físico. Como si las palabras que escuchamos de nuestros pacientes no tuvieran efecto en nosotros o nuestro cuerpo cuando escuchamos en el consultorio online.

Sí en la consulta online no hay presencia del analista ni cuerpo, entonces ¿qué hay? Cuando Freud mantenía sus comunicaciones por correo escrito, donde podemos pensar que ahí se produjo su análisis, así como la producción de psicoanálisis, ¿Freud no ponía su cuerpo en esos intercambios?

¿La presencia del analista no está supeditada a la escucha y a la transferencia entre paciente y analista? Recuerdo anécdota que cuenta Ricardo en el trabajo con un joven psicótico, la consulta transcurría caminando por la calle, y de repente el joven ve su Real orgánico, cerebro, en la vereda y le avisa para no pisarlo. El trabajo con psicóticos es un ejemplo de que no solo el consultorio físico es el único lugar valido para poder sostener un análisis, pero tal vez sí la presencia física del analista. O pacientes profundamente deprimidos, que tenemos que atenderlos directamente en su casa porque no salen de su cama, sí en la intimidad de su casa, eso que también ha aparecido en los cuestionamientos de la consulta online, lo privado del hogar. O el trabajo con niños que muchas veces nos encuentra con nuestro cuerpo (físico) tirado en el suelo jugando con ese enfant. Y éstas tres diferentes situaciones me hacen preguntarme sí ¿el análisis online es valido o posible en todos los casos? Y acá apelar al máximo de creatividad para poder sostener nuestro deseo.

Por otra parte, y hablando de cuerpo, varios colegas han decidido mantener la consulta física a pesar de las indicaciones sanitarias. Pudiendo (o tal vez no?) utilizar la alternativa online. Acá, no están sirviendo su cuerpo a la posibilidad de enfermar para poder escuchar? Poner su cuerpo a la posibilidad de ser infectados por un virus cuyos efectos son inciertos. ¿Por qué servirnos de esa manera al otro?

Y por otra parte pacientes que eligen y ponen en palabras querer seguir viniendo al consultorio físico, acá toca escuchar por qué ese paciente se sirve a venir hasta el consultorio y tal vez enfermar. Una joven embarazada me pidió continuar con el encuentro en el consultorio físico, eso me llevo a pensar en el sostén de su embarazo y el riesgo que quería asumir al venir en ómnibus hasta el consultorio, lugar que además es frecuentado por otros.

En definitiva, la irrupción de lo Real nos está dando elementos para trabajar, elaborar y producir, solo si estamos en posición de hacerlo y con la escucha puesta en ese lugar.

Tomo algunas interrogantes que ha formulado Luisa Bertolino para poder producir algo y solo algo…

¿Qué hay de las cuestiones técnicas que producen delay o «desconexiones», que no conocemos en el consultorio?

El medio online también trae sus dificultades técnicas, las fluctuaciones de internet, los micrófonos y audífonos de las herramientas electrónicas, los otros miembros de la familia apareciendo o no, en ambos lados. Y las múltiples interrupciones o molestias que pueden aparecer trabajando online. Interrupciones que también aparecen en el consultorio físico: que suene el teléfono y entre una llamada al consultorio, que toquen la puerta, que el sonido calle aparezca en el consultorio. Hace unos años, a media cuadra de mi consultorio un muchacho tocaba la gaita en la calle todos los viernes a la misma hora, ese sonido entraba en mi consultorio sin yo quererlo o pudiendo hacer algo mas que cerrar la ventana, pero el sonido aún entraba. ¿Irrupción de lo Real? Que tenia efectos en el paciente que venia a esa hora. Porque de hecho, yo no lo había escuchado, pero sí mi paciente.

Escuchaba un infectologo comentar que el virus “nos va acompañar” por mas de un año, con la incertidumbre de sus efectos en cada sujeto que contagia, algunos asintomáticos, otros fuertemente sintomáticos, y algunos llevados hasta la muerte. Esto nos coloca en un lugar a producir una nueva forma de encuentro, que no ponga en riesgo nuestro cuerpo ni el del otro, o de lo contrario no poder sostener el análisis durante mas de un año.

¿Será que esta herramienta tecnológica (ya usada por algunos analistas) venga a inaugurar una nueva forma de trabajo y de producción del psicoanálisis? Forma que atraviesa los intercambios entre colegas, los controles vía online, los seminarios dictados para otros en otros países, conversatorios vía mail o telellamada y las curas que dirigimos. Tenemos la responsabilidad de estudiar, intercambiar, producir ésta nueva forma de trabajar, y actualizar el psicoanálisis a nuestra época.
Abril 2020

Cecilia Bach é membro de Red Lacaniana, - Montevidéu.
Para comunicar-se com a autora: lic.ceciliabach@gmail.com